Juan María Egaña dice adiós hoy, 31 de agosto, a 40 años de andadura como profesor en la Escuela de Ingenieros de la Universidad de Navarra en San Sebastián. El primer curso en el que ejerció de docente de Motores Térmicos enTecnun fue el 78/79, una tarea que compaginaba con su trabajo de ingeniero en la prestigiosa empresa CAF.

En los últimos años ha estado encargado de supervisar al equipo de alumnos que cada año diseñan un monoplaza con el que compiten en la Fórmula Student. “Mi labor se centraba en que trabajasen de manera organizada”, explica Egaña. Pero no sólo eso, también se ocupaba de señalar a los alumnos de Tecnun eRacing, -y anteriormente a los de Motorsport-, "cuáles son sus atribuciones y responsabilidades dentro de ese proyecto", y les insistía en la importancia de documentar las cosas para tener trabajo adelantado de cara a los alumnos que entrasen al año siguiente en el proyecto.

Porque para Egaña, el primer objetivo de la Fórmula Student está claro: “lo primero es la formación de los alumnos, acostumbrarse a trabajar como en una empresa”, lo que para el veterano docente no se trata solo de “fichar”, sino de tener unos requisitos y cumplirlos. “Y para ello son necesarios los procedimientos y la planificación”, destaca. A continuación, esboza resumidamente las fases de un proyecto: “pensar, esbozar y hacer”.

Si pudiera volver atrás en el tiempo, Egaña tiene claro que volvería a ser profesor de Tecnun, porque ha sido una experiencia “muy interesante”. En el año 77 recibió una llamada de Patxi Tejerizo para preguntarle si quería trabajar en la Escuela y él no se lo pensó demasiado. Dijo que sí, en seguida. Y lo que más destaca ahora de su labor, echando la vista atrás cuarenta años después, es "haber podido disfrutar del trato con los alumnos y el resto de profesionales que ejercen en Tecnun”. Para este maestro de ingenieros, “es muy agradable ver que los alumnos te paran por la calle, te reconocen, y te dicen: usted ha sido profesor mío”.

Por su parte, Egaña siempre quiso imprimir a su docencia un punto de vista industrial y real. “No sólo fórmulas”, exclama con una sonrisa. Incluso se prestaba a dar clases particulares a aquellos alumnos a los que les costaba más. “En definitiva, siempre he procurado mantener un trato cercano con los alumnos”, subraya con un punto de emoción en su voz. Y han pasado muchos alumnos por sus clases. No en vano, su estudiante más antiguo fue del año 36… “era más mayor que yo, incluso”, dice sin poder reprimir una carcajada. “He tenido que dar clase hasta a antiguos compañeros míos”, apostilla.

Dentro de la Escuela, Egaña tiene muy presente un nombre, al que se refiere con agradecimiento: Emeterio Vera, quien fuera jefe del Departamento de Mecánica. “Conozco bien la Escuela porque entré hace más de 50 años, primero como estudiante y más tarde como profesor”, por lo que Egaña no sólo ha dado clases en Ibaeta, sino también en la calle Urdaneta (donde estaba situada la primera Escuela, en lo que hoy es la biblioteca pública Koldo MItxelena).

Además de su trabajo en CAF y de las clases, durante estos 40 años Juan María Egaña también ha tenido tiempo para escribir dos libros; uno de motores y otro de turbinas. “Al primero de ellos le dediqué más de 2.000 horas”, sostiene. “Además, hay que actualizarlo cada tres años para que no se quede obsoleto, pero ya no creo que siga con ello”. A partir de ahora, el profesor tendrá más tiempo para dedicarse a sus otras pasiones, que ha dejado más relegadas en los últimos años por falta de tiempo: la filatelia, la numismática, los bonsáis… “y, cómo no, a la música y a pasar más tiempo con mi familia”.