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No basta con depurar
Eduardo Ayesa, investigador del grupo de Aguas y Residuos de Ceit-IK4 y catedrático de Tecnun, habla sobre el ambicioso reto de utilizar óptimamente todos los recursos
Reproducimos el artículo publicado recientemente en El Diario Vasco por Eduardo Ayesa, investigador del grupo de Aguas y Residuos de Ceit-IK4 y catedrático de Tecnun, en el que trata sobre el nuevo y ambicioso reto de utilizar óptimamente todos los recursos.
“Hemos conocido recientemente que la Justicia europea acaba de multar a España con 12 millones de euros por incumplir la legislación europea en el vertido de aguas residuales urbanas desde hace diecisiete años. Y somos reincidentes, porque ya nos condenaron en 2011. Más allá de volver a constatar que en este país seguimos mostrando limitaciones para terminar las tareas a su debido tiempo, hay que reconocer que una buena parte de las infraestructuras necesarias para solucionar los actuales incumplimientos de vertido están ya construidas o cercanas a finalizarse.
Las autoridades responsables ya se han apresurado a responder que el trabajo pendiente está muy avanzado y el nuevo Ministerio para la Transición Ecológica trabaja ya en el plan de depuración anunciado hace apenas unas semanas por su titular, Teresa Rivera, que deberá eliminar por completo estos incumplimientos y las correspondientes sanciones. Sin embargo, que Europa deje ya de multarnos no debería hacernos pensar que el saneamiento de las aguas residuales en España es una asignatura aprobada. Tenemos pendientes todavía varios temas importantes que deberemos abordar con decisión en los próximos años.
Tras varias décadas en las que la prioridad ha sido extender el saneamiento al mayor porcentaje posible de población construyendo y poniendo en marcha nuevas estaciones depuradoras, ha llegado ya el momento de dirigir el foco a la explotación eficiente de las infraestructuras disponibles, optimizando su operación desde un punto de vista ambiental y económico. Afortunadamente, el agua no es ajena a las tecnologías 4.0 y hoy en día disponemos de equipos de monitorización y control que no imaginábamos hace unos años. Ahora nos toca sacarles el máximo partido y operar las estaciones depuradoras y las redes de drenaje y saneamiento con la eficiencia que se le exige a cualquier proceso industrial.
Otro reto importante pendiente en España es el saneamiento sostenible de las pequeñas poblaciones. El alto porcentaje de aguas residuales urbanas que ya son debidamente tratadas en las depuradoras de las grandes ciudades no debe enmascarar la urgente necesidad de construir los sistemas de tratamiento más adecuados para los municipios reducidos, que suponen un pequeño porcentaje de la población, pero generan una importante contaminación difusa, muchas veces en entornos de alto impacto medioambiental. No basta con adaptar las tecnologías ya validadas en plantas de mayor tamaño, sino que deben diseñarse sistemas de tratamiento específicos que se adapten a las necesidades y posibilidades de estos pequeños núcleos de población.
Finalmente, me gustaría incidir de una manera especial en la necesidad de evolucionar nuestra percepción de la gestión y el tratamiento de las aguas residuales, de manera que dejemos de verlas como un problema y comencemos a verlas como un recurso, en coherencia con las nuevas ideas de la economía circular. Al igual que ya ocurre en muchos otros ámbitos de la actividad industrial, el paradigma de saneamiento de las aguas residuales está cambiando muy rápidamente y depurar contaminantes ya no va a ser suficiente. Las modernas estaciones depuradoras de aguas residuales deben pasar a concebirse como plantas productoras de agua regenerada, energía, biogás, fertilizantes y otros compuestos. En los últimos años se están desarrollando y validando nuevas tecnologías que lo están haciendo posible.
En el caso de España, teniendo en cuenta sus limitaciones hídricas, la importancia de su sector primario y las consecuencias del cambio climático, es urgente potenciar la transformación progresiva de muchas depuradoras de aguas residuales urbanas en plantas productoras de agua de riego para agricultura, garantizando la debida seguridad sanitaria y aportando los fertilizantes necesarios. Resulta paradójico que una buena parte de los costes de explotación de las depuradoras urbanas se emplee en eliminar los nutrientes de las aguas residuales antes de verterlas a ríos o costas, mientras los agricultores de la zona sufren escasez de agua y deben además invertir en fertilizantes que aporten a la tierra esos compuestos que con tanto esfuerzo estamos eliminando.
Queda mucho trabajo por hacer para lograr una gestión sostenible de los sistemas de saneamiento, más allá de depurar los contaminantes y evitar las multas. El nuevo y ambicioso reto es utilizar óptimamente todos los recursos, y España tiene una gran oportunidad para convertir sus problemas en oportunidades, sumándose a los países que están liderando la profunda transformación hacia la economía circular que demanda el sector”.