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“Podría decir que la capacidad de superar algo así es innata, pero no es cierto"
Juan Badiola, Tecnun 98´, impartió una sesión sobre resiliencia a los alumnos del Máster en Ingeniería Industrial
Recientemente, los alumnos del Máster en Ingeniería Industrial recibieron la visita del antiguo alumno Juan Badiola. Enmarcada en la asignatura de Dirección de Personas que imparte Álvaro Lleó, el donostiarra dio una sesión a los alumnos sobre resiliencia. Badiola quiso centrarse en la definición de la RAE que habla de ella como la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos. Y decidió hablar de su experiencia para acercar la acepción a la mente de los estudiantes.
Era el año 98 cuando Juan Badiola terminó el grado de Ingeniería Industrial en Tecnun y decidió irse a Logroño a emprender su aventura profesional. “Allí estaba yo, ingeniero por una universidad de prestigio, trabajando en una gran empresa, independiente, y con un plan muy claro, con un plazo entre 2 y 3 años: ascender y lograr un traslado a la central, San Sebastian, y capitalizar una experiencia suficiente para poder obtener un puesto interesante en Guipúzcoa”, recuerda Badiola de aquellos tiempos.
“¿Qué podría salir mal?”, se preguntaba. Durante dos años, tal y como contó, fue todo viento en popa. “Cada viernes, a las 17:30 salía de Logroño a toda velocidad, pasaba el fin de semana en casa con mi familia y mi novia y el lunes a las 6:00 de la mañana salía de casa e iba directamente a la oficina”.
Un día su jefe le ofreció el puesto de director de compras en la Central. “Objetivo conseguido”, se dijo así mismo. Ese mismo fin de semana su novia y él (ella también antigua alumna de Tecnun) estuvieron buscando una iglesia en la que casarse.
El lunes siguiente tuvo un accidente de coche. Estuvo un año en la UCI. “Solo podía mover el brazo derecho y el cuello, que siendo zurdo –dijo esbozando una sonrisa- tiene su importancia. Los médicos que me atendían no parecían tener demasiado claro cuál iba a ser el final de la historia, pero no pintaba bien. Tenía una lesión medular”.
Badiola continuó el discurso definiéndose a sí mismo como una persona “bastante pesimista”, en comparación a su mujer, de la que solo le salían palabras amables. Badiola sabía que, si vivía en un estado de malhumor permanente, de alguna manera, sus amigos y la gente que le quería, lo iban a entender y a justificar. “¿Pero de qué me servía eso? Al fin y al cabo, si echaba mi vida a perder por no aceptar la situación que me había tocado vivir, el que iba a pagarlo era yo”.
Hizo rehabilitación durante un año, pasando por distintos hospitales y aprendiendo, entre otras cosas, a volver a escribir.
Pero un año, un mes y un día después se casó. Como buen ingeniero recuerda a la perfección la fecha y todo lo que vino después: cuatro hijos: una niña, dos gemelos, y la cuarta, adoptada con 18 meses en China. Siempre habían querido tener una familia numerosa y así fue.
Su ambición de seguir aprendiendo le llevó a cursar un máster en Deusto y a renunciar a la incapacidad laboral. El puesto directivo en el que estaba antes del accidente, había sido ocupado por otra persona, y decidió buscar nuevos retos y oportunidades. Entre diversas funciones, ha sido Director de una División del Grupo Gureak estando como responsable de 450 personas y 5 plantas productivas.
“Podría decir que la capacidad de superar algo así es innata, lo tienes o no, asunto terminado, pero no es cierto. Requiere esfuerzo. Ser protagonista de tu vida es más difícil que eso. Implica conocerse a uno mismo, analizar y decidir, hacerlo continuamente, y asumir las consecuencias de las opciones que tomas y de las que no”, prosiguió Badiola.
“A lo largo de vuestra carrera profesional, posiblemente llegareis a dirigir equipos de personas. Creo que es lo más difícil que he hecho, y jamás conseguiréis dirigir bien un equipo si no sois capaces de dirigiros primero a vosotros mismos”, concluyó.