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Resiliencia y gestión de crisis

Leire Labaka: «es vital crear redes de ciudades y pueblos resilientes capaces de afrontar las crisis y adaptarse a ellas de manera eficaz. Es una cualidad que se puede trabajar»

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Leire Labaka FOTO: Servicio de Comunicación
19/04/18 11:27 Servicio de Comunicación

La profesora del Departamento de Organización industrial de Tecnun, Leire Labaka, ha publicado recientemente el siguiente artículo sobre resiliencia y gestión de crisis en la revista Nuestro Tiempo, que ahora compartimos íntegramente.

La resiliencia es un concepto que está de moda y que se utiliza en ámbitos tan diversos como el medioambiente, la psicología, la empresa, la ingeniería o la gestión de crisis. Pero ¿qué significa? Algunos la definen como la capacidad de un sistema para absorber una perturbación y retornar a un estado inicial. Otros apuntan a la capacidad de un sistema para adaptarse a los cambios que ocurren diariamente y conseguir mejorar el punto de partida.

Mientras que la primera acepción se centra en sistemas fijos que no permiten variar su estado, la segunda se orienta a sistemas vivos y dinámicos. Dentro de esta última corriente se encuentra el concepto de resiliencia que se maneja en el campo de la gestión de crisis. Las crisis pueden ser consecuencia de eventos repentinos y muy fuertes que ponen en peligro vidas humanas y el bienestar de la sociedad, como los desastres naturales. Pero también pueden deberse a un cúmulo de pequeños sucesos que, en principio, pasan inadvertidos y ante los que no se actúa. el cambio climático, por ejemplo, implica una amenaza que va creciendo en el tiempo hasta generar una catástrofe. Las elevadas emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, junto con otros factores, están provocando el aumento de la temperatura global del planeta, se modifican los patrones meteorológicos y se incrementan los riesgos de sufrir episodios de sequía o inundaciones.

Todos los casos mencionados pueden ser de alguna forma predecibles y, por eso, resulta más sencillo tomar medidas para hacerles frente. Sin embargo, algunas veces los acontecimientos no son previsibles o evolucionan de forma inesperada. En el terremoto de Japón de 2011 y el subsiguiente accidente nuclear de Fukushima, nadie anticipó la magnitud que podría alcanzar el tsunami y fallaron todos los procedimientos de seguridad. En esa tesitura, disponer de sistemas resilientes permite adaptarse a la situación y responder con eficiencia.

En 2000 un rayo provocó un incendio en una de las fábricas de Philips, proveedor de Nokia y Ericsson. En un primer momento se estimó que en el plazo de una semana se volvería a la normalidad. Nokia se percató con rapidez de las dificultades que esto implicaba y, además de presionar a Philips para que trasladara su capacidad a plantas como Alemania o China, negoció con otros proveedores. De este modo, Nokia no solo alcanzó los objetivos de producción, sino que aumentó su cuota de participación en el mercado de móviles gracias a los apuros de su competidor. Ericsson, sin un plan B, anunció pérdidas de casi dos millones y medio de dólares.

Por eso es vital crear redes de ciudades y pueblos resilientes —con ciudadanos, gobiernos, infraestructuras y empresas resilientes—, capaces de afrontar las crisis y adaptarse a ellas de manera eficaz. Es una cualidad que se puede trabajar. Diversos estudios científicos, proyectos de investigación y tesis doctorales estudian el concepto de resiliencia y el modo de poderla fomentar y mejorar.

Según el proyecto smart Mature resilience [apoyado por la Comisión Europea y desarrollado por un consorcio del que forma parte Tecnun], la resiliencia se caracteriza principalmente por cuatro dimensiones: liderazgo y gobernanza, preparación, infraestructura y recursos, y cooperación. El liderazgo y la gobernanza se refieren al nivel de compromiso y capacitación de las autoridades para establecer medidas y madurar planes que permitan aumentar la concienciación y el nivel de resiliencia de la ciudad. 

La preparación aúna las actividades de entrenamiento y aprendizaje previas a una crisis. La disponibilidad de los recursos resulta decisiva para tener una infraestructura robusta y segura, así como para preparar a los ciudadanos adecuadamente para responder al suceso. Finalmente, es fundamental que exista una buena cooperación entre todos los que participan en la gestión de crisis. Además, se ve la necesidad de establecer acuerdos con agentes externos de otras ciudades o naciones para garantizar su ayuda en caso de una catástrofe. En un mundo cambiante como el actual serán aquellos que se adapten mejor a los cambios, los más resilientes, quienes perdurarán en el futuro.

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