“Mi objetivo es que los niños cojan seguridad en sí mismos y vean que son capaces de hacer las cosas mucho mejor”

La entidad necesita personas comprometidas, gente con ganas de aprender y dispuesta a dar su tiempo durante unos meses. De esta manera pueden organizarse bien los grupos y los niños reciben el seguimiento y la atención que requieren.

Hace cinco años el profesor de Tecnun Mikel Arcelus comenzó su andadura en Hazi eta Ikasi, una asociación de San Sebastián que a través del voluntariado ofrece apoyo y refuerzo escolar de forma personalizada a niños de entre 7 y 14 años con problemas de aprendizaje o situación de vulnerabilidad.  “Una vez que mis hijos dejaron de necesitar mi ayuda en casa, empecé a involucrarme con otros que tenían importantes necesidades, no solo de estudio, si no de hábitos y de comportamiento”, relata el profesor de la Escuela, Mikel Arcelus.

Mikel conocía la asociación al dedillo, pues fueron sus tíos, Juan y Carmen, los que en 2009 pusieron en marcha el proyecto con un grupo reducido de niños y unas pocas profesoras voluntarias ya jubiladas.  

A día de hoy, por las aulas de Hazi pasan cada año una media de 240 niños entre los cuatro barrios de la ciudad donde se les ofrece apoyo escolar. “En Hazi trabajamos en colaboración con muchos centros escolares. Son éstos los que detectan los casos de mayor necesidad y nos los proponen. Ellos nos aportan información sobre las carencias académicas específicas del alumnado y nos ponen en contacto con sus familias, con las que establecemos un compromiso mutuo”, explica el profesor de Tecnun.

En la actualidad, Mikel Arcelus es el presidente de la asociación. Se ofreció a seguir el legado de sus tíos cuando Juan -antiguo alumno de Tecnun y primer doctor de la Escuela-  le dijo que se retiraba y que era necesario que alguien asumiera la presidencia. Desde entonces, Mikel se ocupa de la gestión de ayudas y subvenciones de diferentes entidades y “echa una mano en todo lo que haga falta”: “Pero sigo haciendo voluntariado con dos niños, de 1º y 2º de la ESO, que es lo que más me gusta y por lo que me metí en su momento”.

Tal y como cuenta, dedica una hora y media semanal a ayudarles con las tareas escolares, pero el vínculo que mantiene con ellos es constante. Hablan casi a diario por WhatsApp y les hace un seguimiento, “incluso en Navidad o verano”. “Al alumno hay que motivarle, verlo como una persona por la que te interesas más allá de los aspectos formativos. Yo por ejemplo he solido ir a ver los partidos de fútbol y entrenamientos de uno de mis alumnos, y cuando estamos juntos hablamos de muchas cosas diferentes. Al final es como si fuera un hijo para el que deseas lo mejor”.

Para que se motiven Mikel cuenta que juega mucho con ellos, les plantea retos y les pone premios o “multas”. “Quizás mi experiencia como profesor me da ventaja a la hora de pensar cómo hacerlo. Es muy importante que los niños se ilusionen por saber, por aprender y adquirir hábitos de trabajo.  Mi objetivo es que cojan seguridad en sí mismos y que vean que son capaces de hacer las cosas mucho mejor y de mejorar poco a poco”.

“Al igual que en la Universidad, el voluntariado te hace sentir útil. Estás al servicio de los necesitados y eres más consciente de lo privilegiados que somos la mayoría. También me ayuda a ir planificando a medio plazo mis actividades cuando me jubile y a seguir trabajando de manera voluntaria”, confiesa.

La entidad necesita personas comprometidas, gente con ganas de aprender y dispuesta a dar su tiempo durante unos meses. De esta manera pueden organizarse bien los grupos y los niños reciben el seguimiento y la atención que requieren. «Acudir de manera puntual o hacer una aportación económica en un momento dado está muy bien, pero lo necesario y más importante son personas que estén dispuestas a comprometerse”.