La bandera de la Universidad ondea a media asta en el Edificio Central, por el fallecimiento de José María Sarriegi, profesor y doctor ingeniero Industrial de Tecnun y subdirector de Investigación de la Escuela de Ingenieros desde el año 2016.

El velatorio estará habilitado mañana martes 11 en el Tanatorio Zorroaga de 17 a 20h, y la Misa funeral tendrá lugar el miércoles 12 a las 19.30h en la Iglesia parroquial de los Franciscanos de Egia.

El director de Tecnun, Raúl Antón, ha mostrado su consternación ante el repentino fallecimiento: “Sarri era un gran compañero y profesional, una columna en la que Tecnun se apoyaba y a quien le debemos mucho. Era una persona que sabía transmitir ilusión, que le encantaba su trabajo docente e investigador. A su vez, una persona entregada, sencilla, tenaz, y al mismo tiempo, conciliadora”.

Raúl Antón también ha destacado que Sarri adoraba a su familia, de la que estaba muy orgulloso. “Sabía querer a la gente y todos le queríamos. Si algo hemos aprendido de Sarri, nuestro gran maestro en resiliencia, es que de las catástrofes siempre podemos salir fortalecidos. Seguro que su ejemplo de integridad, entusiasmo, profesionalidad y grandeza humana son para nosotros un ejemplo y palanca para seguir con nuestro día a día, y trabajar por este gran proyecto que es nuestra universidad. Hoy rezamos todos por él y por su familia. Seguro que desde el cielo nos seguirá ayudando”, ha concluido Raúl Antón.

Nacido en Beasain, finalizó sus estudios de Ingeniería Industrial en Tecnun en 1994, donde comenzó su carrera profesional. Bromeaba al decir que perdió el nombre en el tren al trasladarse a San Sebastián, porque todos comenzaron a llamarle Sarri.

“No se entiende el departamento de Organización Industrial como es hoy sin Sarri”, señala Elisabeth Viles, directora del departamento. “Aunque actualmente era subdirector de Investigación de la Escuela, fue nueve años subdirector del departamento y dos más el director. “Destacaría de él su fortaleza y convicción en todo lo que hacía. Siempre con visión estratégica e intentando jugar en la Champions, como él mismo decía. Todos los retos que se marcaba eran a lo grande. Exigente pero generoso en lo que hacía y proponía. Nos deja un gran vacío que no será fácil de llenar. Se nos ha ido un compañero y un amigo”.

Dedicado a la docencia y a la investigación, ha publicado 29 artículos en revistas indexadas, 13 capítulos de libros y ha presentado más de 80 ponencias en congresos internacionales. Ha sido investigador principal en proyectos europeos, nacionales, regionales e industriales, y coordinador de los proyectos europeos SMR, SEMPOC y ELITE.

Sus compañeros de departamento le describen como una persona muy luchadora y con iniciativa y contundencia para poner en marcha distintas iniciativas, como Euskal Kultur Taldea (EKT), el Club de Montaña de la Escuela o el Diploma en Euskara Teknikoa Ingeniarientzat. En el departamento, Sarri ha creado la línea de Resiliencia que es la que tiene mayor carisma y resultados.

Era muy deportista, y muy aficionado al ciclismo. Sarri ha transmitido ese amor por el deporte, que compartía con su mujer Lidia, a sus hijos, jugadores de fútbol y baloncesto. Perdió a su madre bastante joven y hasta ahora era él quien cuidaba, junto a su hermano, de su padre. Era frecuente verle acompañándole al bar la Espiga o paseando por San Sebastián.

Tenía una gran relación con los alumnos, y destacaba por su capacidad para conseguir un contacto en una empresa que pudiera ayudar a un estudiante a conseguir unas prácticas o lo que necesitase.

Sarri ha sido durante 24 años profesor de asignaturas de Informática, Sistemas de Información, Modelización y Simulación, Gestión del Conocimiento y Proyectos, así como supervisor de más de 350 proyectos fin de grado, máster y carrera.

Se da la circunstancia de que precisamente se ha defendido hoy una de las tesis que ha dirigido, la de nuestra compañera Patricia Maraña. “Una de las cosas que destacaría de Sarri es su capacidad de ver lo mejor de cada persona y de valorarlo explícitamente. Ha visto mis capacidades antes que yo misma”, recuerda una emocionada Patricia Maraña.

Por su parte, don Juan José de Miguel afirma que tiene fresco en la memoria el rostro de Sarri cuando llegó hace 25 años a estudiar Ingeniería. El antiguo capellán destaca que era “un muchacho tranquilo, de mirada clara y discretamente risueño, dispuesto al trabajo y a la superación”.

Don Juanjo recuerda que, en una ocasión, oyó de sus labios la pena que guardaba por la temprana muerte de su madre. “Una maestra de origen humilde, amante y diligente. No tuvo Sarri la suerte de que su madre le viera vestido con la muceta de ingenieros, ni con los distintivos de doctor ingeniero, pero heredó de ella algo que ahora se muestra precioso: la fe en Aquel que ha vencido a la muerte y hace a quien le sigue partícipe de su victoria. Descansa en paz, Sarri, después de tu terrible batalla. Un abrazo de todos tus amigos”.