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"Tantaka ayuda al futuro voluntario a ponerse las gafas de ver necesidades"
Sofía Collantes, la coordinadora del Banco de Tiempo Solidario de la Universidad, visita el campus el 12 de junio para explicar la esencia de este Proyecto
Sofía Collantes lleva cinco años como coordinadora de Tantaka, el Banco de Tiempo Solidario de la Universidad de Navarra, y en este tiempo no ha dejado de aprender, “tanto de los voluntarios, que han sumado su gota, como de las diferentes entidades con las que tenemos la oportunidad de colaborar”, afirma Collantes, que el próximo martes 12 de junio estará en el campus para explicar la esencia de este Proyecto.
¿Cuándo y por qué nació Tantaka?
Tantaka nació en octubre del 2012 con ocasión de la convocatoria al Año de la Fe realizada por el hoy Papa Emérito Benedicto XVI. Se celebró una reunión en Rectorado con el objetivo de analizar qué se podía hacer en la Universidad para secundar esta iniciativa. Se vio claro que la fe es caridad, así que mejor que realizar un Congreso sobre la Fe, había que movilizar a estudiantes, profesores y empleados a hacer lo que cada uno supiera y quisiera para ayudar a satisfacer las necesidades de las personas que viven en Pamplona.
En Navarra hay una larga tradición de hospitales, fundaciones y asociaciones volcadas en la atención a los más desfavorecidos. Algunas iniciativas son hoy esenciales en el tejido social navarro. Por ejemplo, Cruz Roja, Cáritas y el Banco de Alimentos. Y me parece que esta situación es totalmente extrapolable a Gipuzkoa. Existen además decenas de grupos y asociaciones que trabajan en el acompañamiento a personas mayores, y funcionan con gran pujanza asociaciones que nacieron de familias afectadas de un modo u otro por diferentes discapacidades.
Teniendo en cuenta el “mapa de la solidaridad navarra”, cuando en la Universidad pensamos en qué podíamos aportar nos pareció que lo mejor que podíamos hacer no era comenzar con alguna otra actividad propia, sino ayudar a los que ayudan, muchos de ellos con décadas de experiencia en sus manos. La crisis ha provocado que muchas de las asociaciones de ayuda social vean limitadas sus recursos, a la vez que ven aumentar las necesidades. Vimos que lo que podíamos aportar era tiempo, tiempo para ayudar a cambiar las cosas.
¿Qué aporta Tantaka a la sociedad?
La búsqueda de voluntarios dispuestos a poner una hora de su tiempo al mes para ayudar a resolver necesidades. En apoyar la infancia, en integrar, en acoger, en acompañar, en que todos tenemos la misma dignidad independientemente de nuestras capacidades o discapacidades… en todo esto estamos de acuerdo. Y aunque es verdad que no todos sabemos hacer de todo, todos tenemos algo que se nos da bien y podemos ponerlo al servicio de los demás. Lo que Tantaka hace es ayudar al futuro voluntario a ponerse las gafas de ver necesidades. A veces la barrera que nos separa de las personas es nuestro propio desconocimiento. No puedes ayudar si no conoces. Si en tu familia o entre tus amigos no hay una persona con discapacidad, o alguien que sufre una situación de pobreza, de soledad o de exclusión, resulta más difícil hacerte cargo de la realidad que viven esos miles de personas.
Creemos que nuestra corresponsabilidad dentro del ecosistema de solidaridad debería verse reflejada en un conocimiento de nuestro entorno —para empezar, el más cercano: nuestros vecinos—, un conocimiento que sea motor para ayudar y arrimar el hombro. Y junto con abrir los ojos y conocer, “poner en el centro no los problemas, sino las personas”, como dijo el Delegado de Cáritas en Navarra, Ángel Iriarte, y caminar con ellas, con todas, en la construcción de una sociedad más solidaria.
¿Cuántos voluntarios tiene ya Tantaka, y a cuántas personas llega?
Este curso hemos tenido 1.100 voluntarios y hemos llegado a 4.000 personas.
¿Por qué se metió en este proyecto?
La vicerrectora de Profesorado, María Iraburu, me ofreció poner en marcha este Proyecto y no lo dudé.
¿En qué beneficia el voluntariado al que lo práctica?
Generalizando mucho, hay dos maneras de estar en el mundo: vivir en medio de la sociedad y acudir a los problemas con ánimo de ayudar, o ponerse de perfil ante las necesidades de las personas que nos rodean. Hacer voluntariado es una forma de estar en el mundo. Sentirte capaz de ayudar es una de las mejores cosas que te pueden pasar en la vida.
¿Y en qué beneficia al receptor?
En saber que no está solo, que hay personas que le van a ayudar a resolver sus problemas y necesidades.
¿Cuál es la experiencia que más le ha marcado desde que está al frente de Tantaka?
En cinco años he tenido el privilegio de conocer muchas historias que me han dado una convicción absoluta de que se pueden cambiar las situaciones vitales más difíciles.
Conocí a una señora que llevaba dos semanas en Pamplona y que había llegado a España con su bebé en patera. Cuando le pregunté cómo estaba, me dijo que desde que estaba en Pamplona alimentaba a su niño con Nesquik porque no tenía nada más para darle. Pensé: ‘qué paradojas tiene la vida, al bebé no le ha matado el mar, pero le va a matar el desinterés de los ciudadanos que vivimos en nuestra burbuja sin preocuparnos de qué pasa a nuestro alrededor’.
Esta señora se había metido en la patera con su bebé y habían llegado vivos, pero ella no estaba capacitada para encontrar un trabajo en Pamplona. CORE, por ejemplo, es una asociación que atiende a inmigrantes como esta señora y desde Tantaka posibilitamos que las señoras de la limpieza de la Universidad fueran a enseñarles a cocinar, limpiar, coser, atender a niños o a personas mayores.