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¿Investigar en educación ahora?

Nicolás Serrano, profesor de la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Navarra

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El profesor de Tecnun, Nicolás Serrano FOTO: Servicio de Comunicación
05/10/20 13:09 Servicio de comunicacion

 

Es frecuente estos días ver en los medios noticias sobre Educación. Son noticias sobre la seguridad en los centros escolares, el modo de impartir la clase, los medios humanos y técnicos necesarios y disponibles y otras relacionadas con la pandemia actual. Por eso, puede sorprender en estos momentos hablar sobre investigación en innovación educativa.  

Somos conscientes de que la situación nos ha obligado a ello y cualquier profesional del ámbito educativo está haciendo cosas que no pensaba que haría hace unos meses. Pero aun así puede costar dedicarse a investigar en innovación docente en momentos en el que son necesarios tantos recursos para sacar adelante la actividad diaria. 

Tengo la suerte de pertenecer a un grupo de investigación en el que desde hace unos años trabajamos precisamente en innovación educativa y en cómo las nuevas metodologías y tecnologías se aplican a este campo. Hemos colaborado con profesores de distintos colegios de enseñanza Primaria, Secundaria y Bachillerato y, junto a las experiencias de los compañeros de la universidad, se puede constatar que el deseo de innovación de todos los educadores es una realidad. 

No hay duda de que el confinamiento ha constatado la importancia de la presencialidad, es lo que nos suele ocurrir cuando, de repente, carecemos de algo de lo que disponemos habitualmente, pero también ha provocado la adopción de urgencia de estas innovaciones. Y no es casualidad que las metodologías que ya se estudiaban antes de producirse la alerta sanitaria sean las mismas que estemos aplicando ahora. Quizá la más conocida sea la clase invertida o flipped learning, un modelo pedagógico que se basa en invertir el orden habitual de las actividades, de modo que son los estudiantes los que trabajan con anterioridad y fuera del aula los contenidos que después profundizan con el docente en clase.

Cuando la docencia online fue la única solución y adoptamos elementos de la “clase invertida” diría que comprobamos dos cosas: lo primero, que la presencialidad es insustituible. Y lo segundo que percibimos es que si se aprovecha el tiempo fuera del aula con actividades centradas en los niveles iniciales de aprendizaje, como lo son el conocer y el comprender, se hace un mejor uso del tiempo en la propia clase, donde el profesor y el alumno trabajan en los niveles de aprendizaje más avanzados. Esto es: aplicar, analizar, evaluar y crear. Este objetivo de aprovechar de la mejor forma el tiempo de presencialidad es el objetivo último del flipped learning y algo que nos permitió poner en práctica, aunque de manera acelerada, el confinamiento. 

La utilización del vídeo para la enseñanza, algo común en este modelo, no es una innovación actual. Se ha utilizado desde las primeras épocas de la televisión hace ya casi 100 años y el concepto de estudio previo de la lección existe desde los tiempos de Gutenberg hace ya más de cinco siglos. Las nuevas tecnologías y la difusión de las experiencias actuales han posibilitado su extensión y que sean objeto del estudio contemporáneo.

Esto ha llevado también a cuestionar cuál es el papel del profesor cambiando el de "transmisor de conocimiento" a otras tareas a las que se les consideraba menos relacionadas con la educación, pero en los que juega un papel más importante y con un impacto mayor en la educación de los estudiantes, como son las de facilitador, formador, gestor, motivador, impulsor. Es decir, aquello en lo que no puede ser sustituido por una máquina o un vídeo.

La opinión de los profesores que han utilizado estas metodologías, después del inicial escepticismo, es que se trata del camino natural y que no se plantean una vuelta a la clase tradicional. La opinión de los alumnos, incluso de los más críticos con expresiones del tipo “me hace trabajar más”, es que por una parte exige una mayor disciplina, pero permite una comprensión más clara, mejor aprovechamiento de la clase y una mejor organización de su estudio.

La situación actual ha llevado a muchos profesores a sumergirse en el uso de las nuevas tecnologías, lo cual está muy bien: mucho de ellos hemos dado un paso al frente en competencia digital y hemos podido comprobar su eficacia. Pero no basta con flotar para nadar. La aplicación de nuevas técnicas y metodologías no se puede basar solo en opiniones, impresiones o una situación coyuntural determinada. Es importante aplicar un método científico a su estudio que conlleva la realización de proyectos y experimentos para definir las metodologías y técnicas y medir sus resultados. Además, al ser una actividad que genera una gran cantidad de datos, permite su estudio con las técnicas de inteligencia artificial y los algoritmos de machine learning para poder clasificar e incluso predecir los resultados de las distintas actividades y comportamientos.

La educación se plantea como la solución a bastantes de los problemas más importantes a los que nos enfrentamos como sociedad: impacto de la automatización y transformación digital, desempleo, crisis de sectores tradicionales, entre otras. Por todo ello, parece lógico y muy necesario dedicar a su investigación los recursos necesarios y que no se base solo en la voluntad del personal educativo.

 

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