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Optimistas frente al cáncer
Francis Planes, subdirector de Investigación de Tecnun-Escuela de Ingenieros de la Universidad de Navarra
El efecto devastador que tiene el cáncer en la vida de muchas personas y familias sigue siendo una realidad de la que todavía no podemos escapar. Más cerca o más lejos, todos tenemos seres queridos que se encuentran con esta enfermedad de forma inesperada y pelean, de la mano de excepcionales médicos y enfermeras, por recuperar su vida anterior o acercarse a ella lo máximo posible. Éste es el caso de mi madre, ejemplar e inspiradora en su enfermedad, cuyo sufrimiento vivimos, compartimos y aceptamos como podemos, en nuestro caso con la esperanza de que Alguien desde arriba la mira y no la deja.
En paralelo a esta tremenda realidad, que no podemos obviar, la comunidad científica aguarda de forma expectante y entusiasmada los resultados de un gran número de proyectos, iniciativas y ensayos clínicos en el ámbito de la oncología de precisión, paradigma actual en la lucha e investigación contra el cáncer. De forma breve, la oncología de precisión trata de enfatizar la heterogeneidad de los tumores y la necesidad de aplicar terapias personalizadas y dirigidas a cada paciente, utilizando para ello información de tecnologías de alta resolución molecular procedentes del campo de la genómica, transcriptómica o metabolómica, entre otros. Este concepto no es nuevo y, de hecho, el uso de datos “ómicos” en la investigación en cáncer ha sido la norma desde hace dos décadas. ¿Qué hay de nuevo ahora? ¿Qué hace que seamos más optimistas?
Los motivos para este optimismo son variados. En primer lugar, las tecnologías de secuenciación masiva de ADN y RNA han abaratado sustancialmente su coste y empiezan a estar de forma ordinaria en los hospitales. Por ejemplo, en el informe clínico de muchos pacientes ya se especifican las mutaciones adquiridas (tipo de alteración genómica específico) en la enfermedad. Por otro lado, crecen las iniciativas de edición genética a gran escala, basadas fundamentalmente en tecnología CRISPR-Cas9, que nos permiten identificar posible vulnerabilidades y dependencias genéticas de los tumores.
Asimismo, al aumento de nuestra capacidad de cómputo, con ordenadores cada vez más baratos y potentes, se une un mayor número de profesionales e investigadores formados en el análisis de datos y construcción de modelos predictivos. Estos avances nos sitúan en un entorno de investigación con una frecuencia y cantidad de datos sin precedentes que ahora pueden ser analizados de forma rápida y eficiente con el fin de buscar terapias más efectivas y con menos efectos secundarios.
El hecho de que ya existan casos de éxito de la oncología de precisión en clínica también aumenta nuestro optimismo. Éste es el caso, por ejemplo, del uso combinado de inhibidores de MEK y BRAF para tratar melanomas metastásicos en pacientes con mutación en BRAF, tratamiento que ha revertido drásticamente la supervivencia de estos pacientes. En resumen, nos acercamos a unos años cruciales en la investigación del cáncer en los que esperamos que la oncología de precisión acabe por explotar y generar un gran número de nuevas terapias y marcadores que optimicen la toma de decisiones en clínica.
En el grupo de Bioinformática de Tecnun, Escuela de Ingenieros de la Universidad de Navarra, trabajamos en el campo de la oncología de precisión desde hace años. En colaboración con excepcionales investigadores biomédicos, estamos envueltos en distintos proyectos y colaboraciones con el claro objetivo de capitalizar todos estos datos y generar nuevas hipótesis, habitualmente a través de algoritmos y modelos matemáticos. Casualidades de la vida (o no), en colaboración con el CIMA de la Universidad de Navarra y otras entidades europeas, en este mes de febrero empezamos en Tecnun un nuevo proyecto europeo enfocado en la enfermedad que padece mi madre, el cual, como es natural, abordo con tremendo entusiasmo.
A través de estos proyectos, uno de nuestros cometidos en Tecnun, intrínseco a la misión propia de la Universidad, es la formación de jóvenes investigadores y futuros doctores especialistas en el ámbito del análisis de datos y construcción de modelos predictivos. Nos enorgullece que algunos de ellos ya forman parte de centros de investigación punteros y empresas farmacéuticas en el ámbito del cáncer. Este hecho nos anima a seguir con esta labor de formación e investigación porque la comunidad científica tiene muy claro que la velocidad y el éxito de la oncología de precisión va a depender, en gran medida, de que tengamos un gran número de investigadores capaces de gestionar, analizar, integrar y capitalizar la ingente cantidad de datos, de origen biológico y clínico, que se están generando en la lucha contra el cáncer.